lunes, 11 de junio de 2007

El dilema del grifo

Estaba hoy leyendo acerca de un poema en el que un sapo le pregunta a un ciempiés:
¿Dime qué pata viene despues de qué otra?.
Este le hizo dudar a tal extremo que cayo en una zanja por no saber andar.

Nada más terminar de leerlo he ido a beber agua y para ello, hoy he tenido que acceder a un grifo que nunca habia usado antes. Al acercarme me he sentido igual que el ciempiés porque cuando iba a abrir la llave derecha para obtener agua fria he visto que tenia la marca roja mientras que la llave izquierda era la de color azul.
No es la primera vez que me pasa esto, pero siempre he tenido a alguien a quien preguntar; sin embargo esta vez he tenido que afrontar el dilema yo solo. ;)

Por defecto, siempre se instalan los grifos de forma que la llave derecha proporcione agua fria y la izquierda caliente, marcandose cada una con su color correspondiente. Y no parece haber realmente ninguna razon para tener que hacer excepciones salvo raros casos relacionados con las longitudes de las tuberias instaladas y las ganas de trabajar de los fontaneros (causas que suelen estar relacionadas de forma directamente proporcional entre si).
A pesar de esta forma de trabajar avalada por los años, ahí tenemos un mensaje contradictorio por parte de los colores, que tienen mucha fuerza pues desde pequeños hemos relacionado los colores con mensajes claros, directos y explicitos -como los de los semáforos-, mensajes pudieramos decir, con mucha autoridad.

¿Cómo escoger, tratando de acertar a la primera y burlar a Murphy?

Creo que si uno intenta ponerse a racionalizar el asunto con todos esos argumentos sobre las probabilidades de que la tuberia fuese corta o el fontanero ciego, al final la mayoría de las veces el asunto terminaría como la guerra de ingenio planteada por Vizzini en la divertida película "La Princesa Prometida", en mi caso quemándome la lengua al beber.
Este es uno de esos casos -como tantos otros en la vida- en los que uno tiene que entender que el factor humano a veces pesa más que la razón. El planteamiento correcto ha sido"¿Qué es más probable, que el fontanero haya tenido un problema "operativo" o de atención?".
He optado por la falta de atención y he bebido agua fresquita a la primera.

Por supuesto, la razón de que los grifos estuvieran cambiados de color pueden haber sido otras muchas y no pretendo descubrile nada nuevo a nadie pues esto es bien conocido, pero la experiencia me ha servido para recordar algo ya conocido, a saber, que cuando se plantean asuntos en los que intervienen personas, siempre hay que tener en cuenta que no podemos ceñirnos sólo a lo que sería sencillamente lo más lógico.

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